La danza siguió su ritmo
y aquellos pasos abatidos por la inercia
agrietaron la burbuja
del tiempo
Seduce Foucault
a un ejército de luciérnagas rebeldes que
por una vez descubrirán las sombras
Se ofusca
por los demasiados cuerpos
dormidos
impávidos
que secretamente hierven por dioses perdidos
en pergaminos venenosos
¡Oh, infausta bohemia de este andar sin gracia
que nos ahoga en himnos solemnes
de gloria y saber!
¡Oh, miserable irrealidad del instante,
nimia eternidad!
Tropieza Foucault,
empujado por el enigma
de un compás alegre
No es hora todavía
Primero, el placer:
verlo asediado por un enjambre
de insectos adictos a los jugos
de su carne luminosa
Al fin reposa Foucault
sorprendido por el mazo de su propia voz,
diligentemente embalsamada por un coro
de antorchas que cada noche esparcen la chispa
amarga de la duda
su duda
tan injustamente nuestra
Febrero 2012
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